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Pero, al llegar el momento cumbre de la historia, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la ley, para liberarnos del yugo de la ley y alcanzarnos la condición de hijos adoptivos de Dios.

Y prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a vuestros corazones; y el Espíritu clama: “¡Abba!”, es decir, “¡Padre!”.

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